Historia comercial del algodón

Asia

Fabricación de algodón en Jerusalén, 1880

La primera mención del algodón como objeto comercial se encuentra en el precioso documento sobre el comercio de la antigüedad conocido bajo el nombre de Periplo del mar Eritreo (Periplus maris Erythrae), por Amano, que más arriba hemos citado y que vivía hacia los últimos años del primer siglo de la era cristiana. Este escritor, que también era comerciante y navegante, navegó por esta parte del Océano, que se extiende desde el mar Rojo hasta los confines más remotos de la India y describió particularmente los objetos de importación y de exportación de muchas ciudades de este país, objetos de que se componía su comercio con los árabes y los Griegos. Según esta obra, parece que los árabes traían algodones de la India a Aduli, puerto del mar Rojo; que los puertos de la otra parte de este mar tenían un comercio establecido con Patata (en el Indo), Ariake y Barygaza (la moderna Barocha) y de ellos recibían mercaderías de algodón de diferentes especies. Que Barygaza exportaba una gran cantidad de indianas, muselinas y otros tejidos de algodón, lisos o con flores, fabricados en las provincias a las cuales se comunicaba por el puerto de esta ciudad así como en el interior de las comarcas más remotas de la India. Que Masaba (hoy día Masulipatam) era entonces, como ella ha sido siempre después, famosa por sus fábricas de excelentes estofas de algodón y que las muselinas de Bengala eran en esta época superiores a todas las demás y llamadas por los Griegos Gangitiki, nombre que indicaba que estaban fabricadas en las riberas del Ganges.

Se ha visto, según Estrabón, Plinio y el Periplo, que la fabricación de las estofas de algodón en la época de la era cristiana se había extendido hasta Egipto y Persia y que los productos primorosos de las fábricas de la India, tales como muselinas e indianas lisas o con dibujos, eran comprados por los navegantes griegos en los puertos del Egipto y de Arabia de donde penetraron luego, como puede presumirse, en la capital del imperio romano así como en algunas ciudades opulentas de Grecia. Sin embargo, las mercaderías de algodón no debían ser el objeto de una importancia considerable, ni aún regular, para Roma y Grecia puesto que de ellas no se hace ninguna mención directa por sus escritores, quienes no se desdeñaban de ocuparse de otros productos importados de Oriente, tales como oro, especias, piedras preciosas y aún seda.

A quien ha observado los rápidos progresos de la industria algodonera debe parecerle extraordinario que este ramo de comercio haya quedado mil trescientos años en las las costas del Mediterráneo, antes de atravesar este mar para penetrar en Grecia y en Italia y que los productos tan perfectos de las fábricas de la India no hayan sido buscados con conato ni tampoco importados en gran cantidad en el imperio romano.

Esto fue lo que tuvo lugar con la seda; aunque de un precio elevado y procedente de una comarca tan lejana como China, la seda fue buscada con anhelo por las señoras de Roma y en particular por las de la capital del Bajo Imperio. Los gusanos de seda, así como el arte de fabricar sus productos, fueron importados de la China en Constantinopla por dos monjes persas, bajo el reinado de Justiniano, el año 552 y todo induce a creer que las mercancías de algodón de la India fueron también importadas allí en la misma época, porque van comprendidas en la lista de las mercaderías que pagaban derechos en el Digesto de las leyes de Justiniano. Pero como los escritores raras veces hablan de ellas, mientras que con frecuencia se hace mención de las estofas de seda, es probable que no fuesen muy estimadas y que el comercio a que daban lugar no fuese muy considerable.

En 1251, las estofas de algodón eran ya un artículo importante de comercio para vestidos en Crimea y Rusia del Norte a donde se traían del Turkistan. Armenia tenía también en esta época una fábrica de muy hermosos tejidos de algodón y esta lana vegetal crecía abundantemente en Persia y en este país era fabricada en todas las provincias que circundan el Indo.

Pero, un hecho curioso, confirmado además por los anales chinos, es que el pueblo chino haya permanecido sin fábricas de algodón hasta la mitad del siglo XIII, cuando en particular esta industria florecía desde tres mil años en la India, país vecino de China. Sin embargo, desde mucho tiempo antes de esta época, se conocía el algodonero en la China pero no se cultivaba sino en los jardines y si con su producto se fabricaba alguna estofa, era tan solo como objeto de curiosidad, mientras que en el siglo IX, los vestidos de seda eran llevados allí por todos los habitantes, desde el lugareño hasta el príncipe. El cultivo del algodonero, considerado como objeto de utilidad, no fue introducido en China hasta después de la conquista de este imperio por los Tártaros, oponiéndose una formidable resistencia a esta nueva industria por los obreros empleados en la fabricación de estofas de lana y de seda. Pero sus numerosas ventajas la hicieron muy pronto en China como en todas partes, triunfar de sus adversarios, y hacia el año 1368 prevaleció en todo el imperio.

África

Recolectores de algodón

El cultivo del algodonero y la fabricación de las estofas de algodón fueron establecidos, en una época antigua y probablemente por los Musulmanes, en todas las partes de África, situadas en el norte del ecuador. En el año 1590, fue llevada a Londres tela de algodón de fábrica indígena de Benín, en el Golfo de Guinea y algunos siglos antes esta industria había florecido en Marruecos y en Fez. Por otra parte, es cierto que las diversas especies de algodonero crecen en abundancia en las riberas del Senegal, de Gambia, Níger, en Tombuctú, Sierra Leona, en la islas del Cabo Verde, en las costas de Guinea, en Abisinia y en todo el interior y que los naturales, en todas partes llevan vestidos de tejidos de algodón fabricados por ellos, tejidos con frecuencia teñidos, adornados de dibujos, a veces mezclados con seda y de un trabajo admirable. El algodón también es, de todas las estofas de que uno puede vestirse, la más conveniente bajo la zona tórrida y los climas calientes son tan favorables al algodonero, como sus productos abundantes son la materia menos costosa para la fabricación de las estofas.

América

Carga de algodón en Nueva Orleans, finales s. XIX

Cuando el descubrimiento del Nuevo Mundo, la fabricación de los tejidos de algodón había llegado ya en este continente a un alto grado de perfección y los Mexicanos tejían con esta materia sus principales vestidos puesto que carecían de lana, de cáñamo, de seda y no se servían del lino, que sin embargo crecía en aquel país. Dice el abad Clavijero:

Los Mexicanos hacían sus anchas telas de algodón tan finas y tan bellas como las telas de Holanda y eran muy estimadas en Europa. Entre los presentes enviados a Carlos V, por Cortés, el conquistador de México, se observaban capas, chupas, pañuelos, banovas y tapices de algodón. Ellos fabricaban también papel de algodón; una de sus monedas consistía en pequeñas piezas de algodón, etc.

El algodón ha sido cultivado desde hace unos cinco mil años en el Perú. La gran área de domesticación de esta fibra en colores naturales, está en la costa norte (Lambayeque, Piura, Tumbes), de allí se proyectó a amplias zonas de la región amazónica peruana y brasileña. Las semilla del algodón domesticado por las culturas de la costa norte peruana, ha dado origen a biotipos mejorados de algodón en Egipto (algodón giza, considerado el mejor del mundo) y Estados Unidos (algodón pima americano). Algunas semillas del pima americano fueron re-introducidas a su centro de origen, produciendo nuevamente un algodón pima peruano de mejor calidad. Los tres mejores algodones del mundo (giza, pima americano y pima peruano) provienen del patrimonio genético desarrollado por las altas culturas de la costa norte peruana. Después de una miope ley que prohibió durante el sigo XX el cultivo de algodones de colores para beneficiar la producción y exportación de algodón blanco, en mayo de 2008 (¡cuatro años después de su declaración como patrimonio nacional!) se anuló dicha ley para pasar a un programa de rescate y desarrollo de estos biotipos nativos. Algunos colores naturales como el algodón negro, rojo y azul están aún perdidos, pero hay evidencias de su existencia en los restos arqueológicos de la zona; ahora se están recuperando algodones orgánicos nativos de colores como: bronceado, coloreado (pardo), vicuña, naranja, marrón rojizo, rosado, lila y verde. La COPROBA, organismo del gobierno del Perú, declaró el algodón peruano como producto bandera del Perú el 28 de julio de 2004 (ver: https://www.youtube.com/watch?v=lOph2vP1JvI

). Del legado pre-incaico destaca el uso del algodón en el arte textil, principalmente de las culturas Paracas, Chimú y Chancay, tan valorados y admirados en museos del mundo.

El mismo Colón reconoció que el algodonero crecía en estado silvestre y en gran abundancia en la Española, en las islas de la India Occidental y en el continente de la América del Sur, en donde los habitantes llevaban vestidos de algodón y de él hacían las redes de pescar. Y los Brasileños, en la época del viaje de Magallanes alrededor del mundo, tenían la costumbre de hacer sus camas con algodón.

Fábrica de algodón en Boston, 1813-1816

No puede dudarse que el algodonero sea indígena de América igualmente que de la India y el arte de convertir sus productos en hilos y en tejidos probablemente remonta a la época del primer establecimiento, cualquiera que sea, formado en este continente pero los sabios están muy divididos sobre la fecha. Lo que puede decirse es que la industria algodonera en América se remonta a una alta antigüedad.

Europa

Si Europa es la parte del mundo en donde el arte de fabricar algodón ha penetrado más tarde, es en desquite aquella en donde el ingenio le hizo hacer rápidos progresos.

El algodonero fue naturalizado en España, en las fértiles llanuras de Valencia y su producto empleado en la fabricación de hermosas estofas, desde el siglo X como muy tarde, en que se establecieron fábricas en Córdoba, Granada y Sevilla. Los tejidos de algodón fabricados en el reino de Granada eran considerados en el siglo XIV como superiores a los de Asiria en suavidad, finura y hermosura.

Las estofas de algodón llegaron a ser muy pronto uno de los ramos más florecientes de la industria de Barcelona. Capmany, el historiador del comercio de esta ciudad, dice que

entre los diversos tejidos que distinguían antiguamente a Barcelona, los más importantes eran los tejidos de algodón. Los fabricantes de este género de estofa, que formaban corporación desde el siglo XIII, preparaban e hilaban el algodón para la tejeduría de diferentes estofas que se fabricaban, principalmente para hacer de él teclas de velas. Este ramo de industria daba lugar a transacciones comerciales muy extendidas en esta ciudad que fue durante más de cinco siglos el apostadero de las escuadras españolas.

Fábrica de algodón, Degas, 1873

Se fabrican también muchos fustanes. Los árabes de España hicieron también papel de algodón y es probable que este arte fuese introducido en el país por los Sarracenos, quienes lo habían aprendido cuando se apoderaron de Samarcanda, en el siglo VII y se estableció una fábrica de este producto en Salibah después de la conquista. La introducción de esta útil industria en el resto de Europa encontró grandes obstáculos y el principal fue quizás el desprecio que los cristianos profesaban a los musulmanes y a cuanto de ellos venía.

Hasta principios del siglo XIV no se hallan señales de la fabricación de los tejidos de algodón en Italia. Merrino, el historiador del comercio de Venecia, dice que en esta época se introdujo la industria algodonera en Venecia y en Milán, en donde se fabricaron estofas de algodón fuertes y gruesas como fustanes y bombasíes. Todo induce a creer que eran hechas con algodones hilados de Siria y Asia Menor de donde los italianos y los franceses en los últimos tiempos importaban regularmente este artículo.

Guichardin en su descripción de los Países Bajos , en 1560, dice que Amberes importaba de Venecia y de Milán, estofas de algodón, fustanes y bombasíes de diferentes y hermosas calidades.

También habla de tejidos de algodón fabricados en gran cantidad en Brujas y en Gante. Es difícil de precisar la época en la cual Turquía ha recibido el arte de fabricar los algodones pero se cree con razón, que fue en el siglo XIV, en el tiempo de la conquista de los Turcos en Rumanía; porque los vencedores debieron traer sus artes con ellos y el uso de los vestidos de algodón está generalizado en Asia Menor. Desde este siglo, el algodonero se halla en un terreno y en un clima favorables en Rumanía y en Macedonia en donde es cultivado.2

https://es.wikipedia.org/wiki/Gossypium